Una posibilidad de volvernos otros. Una conversación con maría Eugenia Borsani

					sobre la decolonialidad

		
La filósofa argentina María Eugenia Borsani visitó el pasado mes de noviembre el Campus Ciudad de México del Tecnológico de Monterrey, invitada por la Cátedra UNESCO de Ética, Cultura de paz y Derechos Humanos del Tecnológico de Monterrey, y como parte del proyecto Pensar la paz como ideal moral desde la tradición filosófica, financiado por Conacyt.

		
Al finalizar el curso intensivo de tres días, tres profesores tuvimos la oportunidad de conversar con María Eugenia sobre la relevancia epistemológica que implica la decolonialidad. Esta conversación tuvo lugar la tarde del 30 de noviembre de 2018.

		
Javier Camargo: María Eugenia, muchas gracias por estos tres días de curso

			intensivo que realmente han sido muy reveladores, en el sentido de que nos has hecho

			pensar muchísimo acerca de nosotros mismos y nuestro quehacer académico. Quisiera

			recuperar la advertencia con que comenzaste el curso cuando señalabas que después de

			estudiar la decolonialidad, ya no se puede seguir siendo los mismos. Entonces, como una

			pequeña apertura a esta conversación, de manera general nos podrías comentar cómo es que

			la decolonialidad tiene ese poder transformador.

		
María Eugenia Borsani: Sí, la advertencia es que la decolonialidad, lo que genera

			o lo que produce inmediatamente es la irreversibilidad, digamos. Yo digo que cuando uno

			ingresa al escenario de los problemas que la decolonialidad presenta luego no hay marcha

			atrás, no hay posibilidad de poner reversa y hacer de cuenta que uno no sabe de que

			estamos hablando cuando hablamos de modernidad, cuando hablamos de colonialidad, cuando

			hablamos de racismo, etc. Y sobre todo, porque ocurre una sacudida de nuestras propias

			preconcepciones y una posibilidad de volvernos otros en muchos ámbitos. El ámbito en que

			a mí inmediatamente más me impactó fue en qué hacer para, después de todo esto, trabajar

			en el aula, porque el efecto que tiene en el campo de la praxis docente es de tal

			magnitud que después de conocer la decolonialidad uno se encuentra trabajando arriba de

			un tembladeral, de un tembladeral epistémico y eso es muy problemático porque es poner

			la praxis docente permanentemente en revisión y da muchísimo trabajo, pero además es muy

			trabajoso vivir sin certezas y vivir con una única certeza que es que aquello que

			teníamos como sólido, verdadero, preciso, etc., tiene un reverso, y ese reverso es el

			reverso de opresión.

		
Natalia Vargas Escobar: Justo quería ahondar en la cuestión de las opresiones,

			porque me parece una discusión que vale la pena para entender y aportar más en nuestras

			cabezas a qué se refiere el giro decolonial, digamos saber que es lo propio de esta

			condición. Entonces te quería preguntar lo propio de la condición decolonial y sus

			límites y encuentros entre otras opresiones, por ejemplo, la económica y la racial que,

			en nuestros países, en América Latina, por esa racialización están muy de la mano.

		
María Eugenia Borsani: Bueno, hay muchas cosas que ahí estás planteando. Yo no voy

			a responderte, no sé responderte lo propio de la decolonialidad porque me parece que

			sería entonces llevar a cabo un ejercicio definicional que es el que yo no quiero hacer

			y al que me resisto. Uno puede dar ciertos signos o ciertos aspectos indiciarios como

			para poder dar cuenta de lo que es la decolonialidad. Pero también yo he dicho que, en

			tal caso, aun cuando desde lo didáctico no sea lo más acertado, a mí me resulta mucho

			más comprensible y mucho más claro trabajar sobre lo que no es la opción decolonial.

			Señalar cuáles son esos contornos o límites para separarla de determinadas perspectivas

			de las que se ha intentado, a veces no intencionalmente, subsumirla o confundirla.

			Pensar que la decolonialidad hoy es una opción, una nueva moda académica, sería

			terrible. No es esa la clave desde la que hay que pensarla. La decolonialidad no tiene

			que ver con un gueto, no es una postura eurofóbica. La decolonialidad es una

			articulación si se quiere o un hilado de determinadas cuestiones que lo que ha puesto en

			el centro es la visibilización de la racialización. Claro está que el concepto de

			pobreza y el concepto de racialización son muy afines. El tema es que no creo que sea

			adecuado hacer una pulseada entre un concepto y el otro para ver cuál gana. Por eso

			cuando esto surgió como conversación ayer o antes de ayer, yo planteé que no era una

			suerte de jerarquización de opresiones, que es una de las cuestiones que a ti te

			interesan. Si no, que en tal caso es cómo un determinado tipo de cuestiones genera una

			matriz, y esa matriz o ese poder, o ese patrón de poder en clave de Aníbal Quijano, está

			directamente relacionado y es inherente al proceso de racialización. Entonces, ¿queda

			por fuera lo pobre? No, no nos queda por fuera, pero ahí la idea de raza es la que

			ordena porque es la que ha orbitado clasificando, organizando y jerarquizando las

			poblaciones en el mundo. Entonces, en ese sentido, creo que no son dos conceptos

			excluyentes, pero me parece que el eje sobre el que pivotar tiene que ver con el

			concepto de raza, no con la raza, sino con la noción de raza.

		
Natalia Vargas Escobar: Como una profundización de este carácter matricial, en el

			que estoy de acuerdo contigo, yo por ejemplo trabajo desigualdades múltiples y considero

			que la raza es probablemente matricial de estos ordenamientos que generaron

			desigualdades que se traslapan. En este sentido, yo estaba pensando que la tierra, la

			cuestión de la tierra y los arraigos generados allí parecen ser fundamentales para una

			reivindicación frente al exterminio colonial. Y pensaba yo, qué pasa entonces, o cómo

			incluir o entender el sometimiento racial de la afro, porque la afro es desterrado, o

			sea, viene acá. Pensaba que muchas de nuestras reivindicaciones, de nuestros comunales y

			de nuestras comunidades tienen el componente de la tierra, y hablas tú, por ejemplo, que

			la cuestión ya no es androcéntrica sino biocéntrica. ¿Entonces qué pasa con estas

			poblaciones que fueron desterradas?

		
María Eugenia Borsani: Bueno, en realidad no está mal hablar de desterrados, no

			está mal hablar de afro transportados o afrodescendientes, distintos modos de

			nombrarlos. Pero en esa línea uno podría decir: de todos modos, también han conformado

			sus comunidades en determinados territorios y en esos determinados territorios han sido,

			esa tierra en donde han resistido ante esta situación, que ha sido una situación de

			violencia brutal que es como llegan las comunidades negras a América. Pero que luego en

			estos territorios, por ejemplo hoy día, cuando me estás haciendo esta pregunta estoy

			recordando lo que he aprendido en Ecuador sobre lo que es el Valle del Chota, y ahí se

			ve claramente como en esa acción de resistencia han podido organizarse como comunidad, y

			esa comunidad cómo les ha dado posibilidades de conformarse en términos de integración,

			no de quedar conformes, sino conformarse desde sus saberes, sus sabores y etcétera. Digo

			esto porque lo ha trabajado mucho desde Adolfo Alban Achinte (Popayán - Colombia) y eso

			tiene que ver con modos de lo que él señala como re-existencia, que no es un modo de

			volver a vivir, esa no sería exactamente la traducción, si no un modo de vivir con, y

			ese 'con' tiene también que ver con la manera de resignificar esa tradición a la que se

			pertenece, esa comunidad a la que se pertenece, esos sonidos, esas músicas, esas

			tradiciones, esos rituales, esos saberes y entonces, claro, no puede decir uno

			inmediatamente que están desterrados: hoy podríamos pensar que hay grupos que en esa

			resistencia han logrado la re-existencia.

		
Javier Camargo: Regresando al papel transformador de la decolonialidad, nos

			podrías ampliar, porque a mí me parece realmente muy interesante, ¿por qué los estudios

			decoloniales son una postura ético-política y por qué es tan urgente en los tiempos que

			estamos viviendo?

		
María Eugenia Borsani: Lo que se me presenta inmediatamente como respuesta es:

			porque se nos va la vida. Pero esto no tiene nada de metafórico, no hay posibilidad de

			legar en las generaciones futuras la posibilidad de abordar estos problemas. Y cuando

			digo esto 'se nos va la vida', esto me lo enseñó Edgardo Lander, esto me lo enseñó

			Aníbal Quijano, esto lo ha planteado Catherine Walsh, esto lo han planteado tantísimos

			otros y otras que justamente de lo que hablan es de una crisis, que no tiene nada de

			episódica, no es un determinado momento, es una crisis raigal, dirá Quijano: tiene que

			ver con eso que ha ocurrido y es que la modernidad implosionó, y esa implosión provoca

			que el mundo que tenemos es un mundo que se hace absolutamente insostenible e invivible.

			Y, además, es una crisis ética porque no podemos delegar este mundo a los que vienen,

			algo hay que hacer ya porque entonces el nivel de agudización de la conflictividad

			actual es tal que no hay espacio donde uno pueda decir 'bueno acá voy a encontrar ese

			mundo que estoy buscando'. Sí hay diseños, y ustedes en México lo saben claramente, hay

			comunidades que están tratando de organizar, y vienen organizando ya hace años, nuevos

			mundos, habida cuenta de un desprendimiento de esa matriz capitalista opresora,

			etcétera, etcétera. Y finalmente, esa crisis es política necesariamente porque no hay

			modo de moverse asépticamente de esto. Para nuestra tradición de las ciencias sociales,

			uno tiene que manejarse para que sea verosímil lo que uno plantea, tiene que presentarse

			ante estos problemas de manera desapasionada, con cierto distanciamiento con la

			problemática, sin la emotividad a flor de piel y de manera cauta y sin generar ningún

			tipo de situación que pueda ser desestabilizante. Yo no hago más esos trabajos, yo

			cuando me paro frente a estos conflictos no puedo sino hablar desde, como dije ayer,

			desde un cuerpo o una cuerpa que se siente atravesada por este pesar, se siente

			involucrada en este pesar. Y por eso el título de ese trabajo que dije, bueno 'cuando el

			aire mata y la tierra duele' y a mí me duele. Y esto parece que es bastante difícil de

			entenderlo pero si vos te imaginas que yo hasta hace 10 años viví en una zona, que era

			una zona frutihortícola, donde había bellos árboles de los que tenían peras y manzanas,

			y de pronto por un cambio brutal de matriz productiva, me la convirtieron en una zona de

			explotación hidrocarburífera y esa explotación hidrocarburífera hizo que se desmontaran

			los cuadros de fruta y que allí tuviéramos enormes torres de fracking,

			y que se nos cambiara no solamente el paisaje, que es un cambio visual muy brusco, sino

			que se te cambia la percepción olfativa porque hay olor a naftalenos, y se te cambia la

			percepción auditiva porque hay ruido y un runrún permanente porque las maquinas no

			cesan, porque trabajan 24 horas....A no ser que uno diga: esto se llama progreso. Si vos

			no sabes que eso se llama progreso, eso se llama muerte. La muerte no te duele porque es

			la muerte de los otros. La muerte te duele porque la estás viendo ahí, también es la

			tuya y es la de tus seres queridos y es la de tu vecindario, la de tus estudiantes y es

			la de tus vecinos que trabajan en el petróleo y mueren. Y cuando digo esto, estoy

			diciendo que en alto valle de Río Negro y Neuquén hay un índice por casos de cáncer que

			no había hasta hace escasos años atrás, que de esto además no se habla, que esto no se

			dice y que cuando nosotros hablamos de esto y lo publicamos y lo discutimos, etcétera,

			aparecen voces que inmediatamente nos señalan como aquellos que están en contra del

			progreso. Y eso es terrible porque algunos creen que esto es progreso. Y esto es saqueo,

			muerte y destrucción. Pero esto yo no lo aprendí en los libros, yo esto lo aprendí

			vivencialmente, sobre todo. Mis maestros son, en este caso, con lo último que acabo de

			decir, los grupos asambleados de la zona. Por ejemplo, la asamblea permanente por el

			agua o los grupos que están trabajando mostrando esto, visibilizando esto, no solamente

			porque son afectados directos, sino porque tienen un compromiso vivencial, que destaca

			la palabra ética, pero es un compromiso que les sale desde las entrañas, tal vez porque

			quieran defender la historia del valle, no sé, pero se quiere defender esto contra lo

			que está produciendo una situación absolutamente letal. Pero esto es en mi zona, pero

			esto también les compete a ustedes porque esto está ocurriendo acá y esto está

			ocurriendo con la minería extractiva en Perú y esto está ocurriendo con la devastación y

			lo que se hizo con la destrucción del ambiente en Ecuador. Esto está ocurriendo con los

			terribles acontecimientos que se dan con la liberalización de la economía y el cultivo

			que se da de la palma africana, con la soya, con los transgénicos. Esto no es porque me

			produce a mí en lo personal, esto es todo nuestro continente, y es África también y por

			donde vayamos vamos a encontrar esto. Excepto algunos que dicen acá no, por ejemplo,

			Canadá dice acá esto no se hace pero ¿dónde van las empresas canadienses a hacerlo?

			Vienen a México, van a Colombia o van a 15 minutos de mi casa. Entonces yo entiendo que

			estoy en una zona terriblemente importante a nivel de geoeconomía a nivel mundial.

			Porque el yacimiento Vaca Muerta, la conformación geológica mejor dicho, yacimiento no

			es lo que corresponde, sino conformación geológica Vaca Muerta, está pasando a ser la

			segunda o la tercera a nivel mundial en términos de explotación de hidrocarburos no

			convencionales. Pero más allá de ello, no es mi realidad, no soy yo en primera persona

			que vengo a presentarme bajo una situación angustiante, somos todos los lugares

			periferializados por el poder trasnacional y por el poder corporativo trasnacional o por

			el capitalismo corporativo. Mientras estamos conversando en este momento se está

			llevando a cabo, por ejemplo, el grupo G20 en mi país. Y esto no escapa a lo que estamos

			hablando y uno podría decir: bueno, pero eso es una cuestión política, es una cuestión

			ético-política también, porque ahí se cuece lo que algunos llaman el futuro, pero

			también se cuece lo que algunos vemos como un futuro que no va a ser.

		
Coco Gutiérrez-Magallanes: Quiero agradecer la invitación a esta conversación y a

			María Eugenia por venir a México y compartirnos tu experiencia, tu visión y tus modos y

			métodos. Quisiera hacer una especie de paso atrás, dijiste que no necesariamente

			hablabas en primera persona, pero yo quisiera poner en el centro de esta entrevista

			dialógica que nos hablaras en primera persona de cuáles han sido tus trayectos, caminos

			hacia o en la descolonización. Es un poco dar un paso atrás de lo que ya nos has venido

			conversando, ¿verdad? Pero me parece importante porque si pensamos en ese espacio

			autobiográfico como un espacio compartido, donde el yo no es el individuo atomizado sino

			es un yo compartido, como lo dices recién que estás hablando desde tu cuerpa, de cómo tu

			cuerpa es afectada por todas estas cuestiones colonizadoras o neocolonizadoras, pero

			también de cómo tu cuerpa es afectada por estas colectividades que mencionas, el barrio,

			las prácticas asamblearias, etcétera. Entonces, en esta parte, si me gustaría

			preguntarte esencialmente, ¿Cuál ha sido tu camino hacia la descolonización, tu

			trayectoria?

		
María Eugenia Borsani: Bueno, pasa que a veces hablar en primera persona tiene un

			riesgo de petulancia, ¿no? Pero está muy linda la preguntita. Te lo agradezco. Yo hace

			unos cuantos años, no quiero sacar las cuentas, pero vamos a suponer aproximadamente 15

			años que, desde mi campo que es la filosofía, empiezo a sentir una suerte de inquietante

			insatisfacción y esa insatisfacción tenía que ver con lo que yo advertía que era la

			impudicia del distanciamiento que la filosofía generaba respecto del mundo y que yo

			fortalecía en cada una de mis clases en las aulas, de mi practicado docente, mi vida que

			pasa por la universidad. A partir de eso, en lo que estamos en esto, se traduce en

			búsquedas bibliográficas y el dicho dice que el que busca encuentra. Lo que pasa es que

			las búsquedas pueden ser, digamos, muy trabajosas o de pronto algo puede aparecer ahí de

			manera casi azarosa. En realidad, la búsqueda por nuevos nutrientes teóricos y la

			mudanza epistémica que implicó para mí moverme desde el escenario canónico de la

			filosofía euro centrada, intramoderna y, sobre todo, de la hermenéutica alemana hacia

			estos lugares. Una podría decir, bueno, ¿qué pasó ahí?, ¿qué paso en el medio? Yo no he

			dejado de ser hermeneuta y de hacer hermenéutica, lo que pasa es que aquello que se me

			presenta como cuestión o escenario en el cual desplegar una acción hermenéutica es ahora

			otro y siempre digo: 'yo nunca me moví y sigo haciendo lo de siempre, con mi

			hermenéutica del tiempo presente', lo que pasa es que esa hermenéutica del tiempo

			presente hace que ese presente se te vuelva con distintas fisonomías y, por lo tanto,

			las claves intelectivas que necesito para hacer esa hermenéutica tengo que buscarla en

			otros escenarios también de producción intelectual. Y así fue cómo en esa búsqueda y en

			esa insatisfacción terrible, que además era muy angustiante porque cuando lo que estás

			haciendo te produce una insatisfacción, yo sentía una carga ética, sentía que lo que

			estaban haciendo estaba mal, no lo puedo explicar exactamente en un sentir. Me sentía

			incomoda con el quehacer filosófico y con el distanciamiento con las cosas que ocurrían

			y me faltaban. Siempre uso la metáfora de empapar a la filosofía de mundo, la sentía

			deshidratada, seca, ausente de mundo, no tenía más que una distancia con aquello que

			ocurría. Estaba ahí el mundo y después yo iba al aula con aquello que tenía que

			desplegar como saber a reproducir, etcétera. Más allá de que uno también producía, pero

			desde esta hermenéutica que en su momento sí estuvo muy cerca de problemas relacionados

			con historia y memoria, sobre todo hermenéutica del tiempo presente y del tiempo

			presente en tiempos postdictatoriales, en donde en Argentina fue muy fuerte y luego se

			dio esta situación. Ya de alguna manera transcurrido ese periodo en donde lo que me

			había interesado era la relación historia-memoria y, sobre todo, en un periodo en donde

			eran los primeros años de democracia en Argentina y allá fue por inicios, yo no tengo

			exactamente las fechas, tendría que buscarlas, pero creo que fue algo más del dos mil y

			tantos, que empezó esta situación de tanto incordio con mi propia praxis profesional.

		
Coco Gutiérrez-Magallanes: ¿Podrías asociar esa incomodidad o insatisfacción con

			el acontecer de la propia historia de la Argentina o de tu región o de tu provincia?

		
María Eugenia Borsani: En ese momento, más que lo que pasaba con la región o en la

			provincia era: si esto es hacer filosofía, no quiero. Entonces ese momento fue

			interesante porque ahí comenzó esa búsqueda de nuevos nutrientes teóricos, porque me

			tenían que nutrir ante esa situación de tanta pereza o ese distanciamiento de la

			filosofía y el mundo. Lo primero que llegó a mi mano fue el libro de Walter Mignolo,

				Capitalismo y geopolítica del conocimiento, y como esta es una

			entrevista, en las entrevistas uno dice 'toda la verdad y nada más que la verdad', en un

			tono absolutamente coloquial. Yo les cuento que -además él lo sabe y él lo ha escrito

			además-, yo les cuento que ese libro lo compré porque me sentí horrible de que me eran

			mucho más familiares nombres muy extraños como el de Žižek, y hasta su pronunciación es

			difícil y su fonética es compleja, que nombres tan fáciles como Aníbal Quijano, que no

			sabía quien era, y ese texto tenía además nombres exóticos como Serequeberhan, como

			Aldelkebir Kathabi, como Chukwudi Eze, y compré un libro simplemente por una curiosidad,

			porque qué tenía yo que ver con ese libro que eran autores desconocidos, algunos

			africanos, un latinoamericano por allí, y el único que realmente me era familiar, mira

			qué situación incómoda, era eslavo, Žižek. Entonces mi llegada fue por una búsqueda,

			pero una búsqueda que también de pronto apareció algo en el medio que fue esto, e

			inmediatamente si vos me decís '¿y ahí qué paso?'. Bueno, me enteré, además, de que

			había una editorial que estaba sacando muchísimo material, que eran los cuadernillos de

			Ediciones del Signo y me pareció interesante empezar a seguir con esto, pero también me

			apareció algo que, en esta urgencia, por decirle de alguna manera, cursó a esta

			insatisfacción vital, vivencial, qué se yo, existencial si les parece. Le escribí a

			Walter Mignolo, desde la distante Patagonia, y le escribí a Catherine Walsh y les dije:

			yo soy una profesora de la Patagonia que acabo de encontrar esto y etcétera y empecé a

			encontrar no solamente textos, si no que empecé a encontrar a los autores de los textos

			y empecé a encontrar gente hermosa con una generosidad intelectual que en mi país no es

			moneda corriente con los propios. Me empecé a acercar a los temas, a los problemas, a

			los autores y, bueno, inmediatamente sin saber cómo, me encontré que formaba parte de

			una red decolonial y eso fue una cosa que no se paró. Inmediatamente, en el grupo en el

			que yo tenía y tengo un equipo de investigación, había surgido la idea por parte de uno

			de los integrantes de armar un centro de investigación. Yo me había negado y había dicho

			'los centros de investigación son sellos' pero, más adelante, organizamos un Centro de

			Estudios y Actualización en Pensamiento Político Decolonialidad e Interculturalidad, que

			es el CEAPEDI, que nos dio un impulso increíble. Me comprometí con el centro desde un

			principio, porque como digo yo, 'para mí es el último hijo parido', y a su vez una

			publicación y, entonces, el entrever constante y permanente en el sentido de contactarme

			y comunicarme e involucrarme con autores, y a su vez con problemas y a su vez con nuevas

			situaciones que iban apareciendo y, bueno, pues tuvimos la posibilidad de ofrecer

			nuestra Universidad Nacional del Comahue como sede para el último encuentro que se hizo

			del Colectivo Modernidad/Colonialidad, lo que fue una experiencia para mí sumamente

			enriquecedora, porque, sobre todo, se hizo con los miembros del colectivo pero, a su

			vez, con movimientos que invitamos, que vinieron de muy distintos lugares a un lugar

			inhóspito y lejano para muchos como es el Comahue, porque no es ir a la Argentina de

			Buenos Aires, es ir a la Argentina al Comahue y a la Patagonia, pero no es ir a la

			Patagonia turística de Bariloche o San Martin de los Andes, es venir a una provincia en

			el Valle como Neuquén. A partir de ese encuentro, mi compromiso con los que habían

			venido en tanto personas, en tanto perspectivas que tanto me habían enseñado fue

			permanente y se fue asentando momento a momento. Ahí aparece esa situación, la pérdida

			de la ingenuidad epistémica, una vez entrado en ese circuito felizmente uno no puede

			salir, y entonces ahí empezaron a aparecer publicaciones continuas y tanto más que me

			dio la posibilidad también de ir acercándome a otra gente más joven que la gente de mi

			equipo e ir difundiendo, ir expandiendo, ir también poniéndome ciertas metas; una de

			esas metas fue, sobre todo, que esto tenía que llegar, por supuesto, en términos de

			cursos, de posgrados y tanto más, pero esto tenía que llegar a los institutos de

			formación docentes de mi zona.

		
Coco Gutiérrez-Magallanes: ¿Serían como las preparatorias en México o el

			bachillerato?

		
María Eugenia Borsani: Serían los que enseñan a los maestros. Entonces la meta que

			en ese momento me fijé -y que prácticamente la tengo cumplida, me falta nada más que una

			pequeña, muy pequeñita zona- fue hacer cursos de actualización en todos los institutos

			de formación docente de las distintas localidades de la provincia de Neuquén. que a

			veces son localidades no sencillas porque no te quedan muy cerca, pero, además, porque,

			logísticamente, lo hice sin ningún tipo de apoyo, más que el de los directivos que me

			recibían sin ningún tipo de contrapartida de ninguna naturaleza. Sin embargo, fue algo

			así como una acción, y lo digo sin ningún tipo de prurito, fue como una acción de

			militancia, muy buenas puertas afuera, pero yo esto lo tengo que hacer en mi zona, en

			una suerte de rastrillaje de los distintos institutos y esto tiene que llegar a los

			formadores, a quienes forman a los futuros maestros.

		
Coco Gutiérrez-Magallanes: Y en ese sentido es una forma estratégica, política y

			también vital de desplegar las coordenadas, las pistas claves de las prácticas de la

			descolonización. Si tu pudieras sintetizar, porque en efecto es una entrevista, pero

			también es la idea es que llegue a diferentes espacios; ¿cómo podrías, como hacer una

			especie de trazo, tal vez zigzagueado de las coordenadas?, ya lo escuchamos en los

			últimos tres días que nos has estado compartiendo, pero para el propósito de la

			entrevista, ¿cuáles serían estas coordenadas que tu consideras necesarias,

			indispensables?

		
María Eugenia Borsani: Sí, en realidad las palabras claves si quieres, o las

			coordenadas claves sería desmontar la modernidad, ese desmontaje de la modernidad que

			nosotros continuamente lo hemos incorporado a través de tantísimos autores y autoras. En

			ese desmontaje hay que mostrar lo que es el monopolio del conocimiento, lo que tiene que

			ver con que la modernidad es una tradición fuertemente patriarcal y androcéntrica, que

			la modernidad es sinónimo de exterminio, que la modernidad sigue hoy dándose de otros

			modos pero que tiene que ver con políticas extractivas en su amplio sentido, que sí en

			algún momento la modernidad estaba asociada con progreso, eso es una patraña que sigue

			vigente en nuestros días. Digamos que hay muchas cosas para plantear ahí y, por

			supuesto, también lo que conversamos anteriormente respecto a los fenómenos de

			racialización y aclarar que los fenómenos de racialización no solamente tienen que ver

			con lo cromático, porque a veces se piensa que simplemente es porque uno es blanco,

			menos blanco o más negro. La racialización es un fenómeno que se extiende y se expande y

			que no queda acotado a una cuestión estrictamente biológica o dermatológica, no es

			dérmica, es cromática, es epistémica y es política y que afecta a los sujetos, pero,

			como dije antes, también a los territorios y allí también decir que territorios es mucho

			más que tierra; territorio es tradición, son los cantos de la comunidad, territorio

			también es el aire, territorio son vivencias compartidas. Digamos que acá también hay

			una restricción respecto al concepto de territorio, que es una restricción

			mercadocrática, territorio es tierra y se traduce en X hectáreas y esta sería una

			acepción distinta, sería una concepción vital de territorio. Ahí tienen mucho que ver

			los estudios que han hecho las feministas de Abya Yala, que son impresionantes, porque

			justamente cuerpo y territorio no es posible describirlos desmembrados.

		
Javier Camargo: Me gustaría hacer una última pregunta, respecto a tu experiencia

			como directora de la revista Otros logos que editas.

		
María Eugenia Borsani: Sí, Otros logos nace en el 2010, es la

			publicación periódica del CEAPEDI, yo en su momento no quise asumir la dirección, pero

			nadie quiso asumirla así que por default soy la directora de

				Otros logos desde hace casi 10 años, su aparición es anual y ha

			sido ininterrumpida. Se planteó como una revista que cumple con todos los protocolos

			para ser una revista de un centro académico, en el marco de una facultad que pertenece a

			una universidad y que está atravesada por todos los requerimientos de las universidades

			occidentales. No obstante, y eso sí fue un acuerdo en su muy pequeño staff -porque es un

			staff muy chico y cuando digo muy chico, es pequeñísimo, somos casi como cuatro, cinco

			personas, más no, que hacemos todo el trabajo de editorializar, el trabajo de

			corrección, de recibir los papers, de lidiar con las dictaminaciones,

			etcétera-, pero el acuerdo que hubo fue: no vamos a hacer ninguna tramitación que

			tuviera que ver con la incorporación a directorios y vamos a ver si ese hijo logra o no

			buena salud. Lo que nos ocurrió es que, de pronto, Otros logos empezó a

			aparecer en Latindex, y bueno es porque nos fueron leyendo como publicación científica,

			y a su vez ahora forma parte de otro directorio, que es un directorio que intenta hacer

			un nuevo bloque epistémico de problemáticas afines. Es también una de mis pasiones

				Otros logos. Siempre digo que, cuando termine mi vida académica en

			términos del retiro, le llaman ustedes, nosotros le llamamos jubilación, de alguna

			manera voy a seguir trabajando con Otros logos, porque el trabajo de ir

			formando una revista es maravilloso cuando uno ve el número allí ya materializado. Es

			fantástico, ¿no?, la materialización es virtual, pero no importa, está

			materializada.

	
Notas al pie de pagina

			

				
Entrevista transcrita por Karla Lizbeth López Rodríguez

			

			

				
Liga a revista Otros Logos: http://www.ceapedi.com.ar/otroslogos/